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destierro.

lo más difícil siempre es el principio después del fin. la última vez que termine una relación sentí que me arrancaban el piso, no tenía de donde sostenerme, estaba cayendo. ahora siento que me arrebataron todo, ni siquiera caigo, solo floto en la nada. esto es solo una victoria vacía. la soledad se ha vuelto cada vez más insoportable, pero creo que lo peor es el sentimiento de prescindibilidad, de abandono, saber que al final simplemente no importas y que el mundo sigue su curso, y que nadie, ni siquiera quienes pensabas que era tus amigos o quienes te importan, te extrañarán. eres otra gota más en un océano infinito, igual al resto, y todo es exactamente igual aunque no estés. mis pensamientos se han vuelto muy pesados, apenas puedo escribir esto.  solo quisiera ser importante para alguien, que alguien se alegre de tenerme en su vida, que alguien piense de vez en cuando en mí. pero estoy condenado en este inmenso olvido.

nasty

en estos meses de exilio autoimpuesto me he ido degradando cada vez más, hasta volverme esta cosa que apenas tiene un pequeño ápice de lo que alguna vez fui al inicio del año. la falta de contacto hace muchas cosas, you see , como deformar la realidad por ejemplo. la moral se tuerce sobre sí misma, los sentidos se asfixian, y la mente se desespera; ocurre un retroceso involuntario, una regresión hacia lo instintivo, lo oscuro. quizá maquiavelo tenía razón: el hombre es malo por naturaleza, y es la sociedad la que lo obliga a ser bueno. es curioso como la realidad se disocia cuando eliminas la barrera que te impone el bien por encima de la voluntad. la vuelta a lo más cercano a un hombre de las cavernas, pero con problemas modernos, con un nivel de irritabilidad desmedido y nada de sentido común para evitar destruir lo que se cruce en su camino cuando las cosas salen mal. en estos meses de exilio autoimpuesto me he transformado en una suerte de hombre de las cavernas kafkiano,

envidia

 no tiene sentido tapar el sol con un dedo. toda la vida he sido un maldito envidioso. un desgraciado resentido.  siempre siento esta maldita punzada en el pecho cada vez que veo a alguien tener lo que yo deseo.  siempre subiendo a cuestas esta maldita montaña sin ninguna recompensa, viendo cómo los demás simplemente llegan a la cima sin esfuerzo, y se cagan en mí.  no tener jamás oportunidad alguna, y en caso de tener, es solo efímera y se retira cruelmente, como una soga que se rompe mientras intentas subir un peñasco. abatido constantemente. en el suelo y pateado, tan desahuciado que ya no hay luz a la vista. la desesperanza aprendida me quitó todo. toda la vida he sido un maldito resentido y envidioso con la gente que la tiene mejor que yo. pero al menos yo no lo niego.

(Auto)Sabotaje

La sincronicidad es la simultaneidad de dos sucesos vinculados por el sentido pero de manera acausal. Bajo este pretexto y un muy mal uso, podríamos argumentar que hasta pestañear es una obra de la sincronicidad. Sin embargo, ese nunca ha sido mi caso. No niego que soy muy mañoso, y se me hace muy fácil encontrar patrones o ese tipo de cosas (sin llegar tan lejos como para que sea apofenia), pero cuando algún acto de esa naturaleza ocurre siempre quedo igual de sorprendido. El año pasado comencé a ir a terapia, y aunque no resolví muchos problemas al menos logré hacerlos conscientes. Sin embargo, la dinámica funcionaba como la hidra, corta una cabeza y crecerán dos. Soluciona un problema y uno similar aparecerá. Finalmente mi terapeuta y yo llegamos a la conclusión lógica que hay algo más detrás. Apenas pudimos inferir la existencia de un monstruo más grande actuando desde la sombra. A medida que el tiempo pasó, me di cuenta que todos los problemas se relacionaban con tema

Limbo

Toda la vida he sido un asco en el juego de las preguntas. Ironías de la vida que terminase escogiendo de carrera una donde en gran parte tienes que preguntarle cosas a los demás. Sin embargo, siempre he preferido que las personas me cuenten las cosas por su cuenta, así sé si confían en mí o no. Curiosamente, mi inhabilidad en ese juego ha hecho que sean los demás quienes pregunten y, en ciertas ocasiones, he llegado a re-descubrir cosas interesantes de mí. En una de esas ocasiones, alguien preguntó cuál fue el momento en el que me he sentido más desesperado. Cada vez que alguien hace alguna pregunta que amerite una elección, mi cerebro automáticamente elimina todas las opciones; una especie de mecanismo de defensa obsoleto, asumo. Sin embargo, la respuesta a esa interrogante llegó de inmediato y sin ningún titubeo. Decidí que era momento de ponerle fin a mi vida en algún punto a finales de 2014. No todo puede ser vivir a la deriva intentando no ahogarse, y ya estaba cansan