Limbo
Toda la vida he sido un
asco en el juego de las preguntas. Ironías de la vida que terminase escogiendo
de carrera una donde en gran parte tienes que preguntarle cosas a los demás.
Sin embargo, siempre he preferido que las personas me cuenten las cosas por su
cuenta, así sé si confían en mí o no. Curiosamente, mi inhabilidad en ese juego
ha hecho que sean los demás quienes pregunten y, en ciertas ocasiones, he
llegado a re-descubrir cosas interesantes de mí.
En una de esas
ocasiones, alguien preguntó cuál fue el momento en el que me he sentido más
desesperado. Cada vez que alguien hace alguna pregunta que amerite una
elección, mi cerebro automáticamente elimina todas las opciones; una especie de
mecanismo de defensa obsoleto, asumo. Sin embargo, la respuesta a esa
interrogante llegó de inmediato y sin ningún titubeo.
Decidí que era momento
de ponerle fin a mi vida en algún punto a finales de 2014. No todo puede ser
vivir a la deriva intentando no ahogarse, y ya estaba cansando de caminar en círculos
sin poder atisbar a ver ni siquiera el final del túnel. ¿Realmente valía la
pena? No creo que importe. Ya está en boca de cada quien si existe algo como
una mala razón para suicidarse, así como también una mala razón para seguir vivo.
No me interesa, la verdad, y tampoco voy a ahondar en el por qué. Lo hecho,
hecho está.
En ese momento por
problemas en mi cuarto me estaba quedando en el cuarto de visitas. En mi
familia todos dormimos en el segundo piso, y dicho cuarto está en el primero,
por lo que, en cierto modo, estaba aislado (más de lo que siempre he estado) de
ellos. Para agregar la cereza sobre el pastel, las cosas estaban tensas entre
todos tal cual Guerra Fría. Estaban por ser las 3 de la mañana, las bestias
dormían y llevaba toda la noche llorando en la oscuridad mientras las canciones
se amontonaban una encima de otra, sin nadie que las escuchara.
En un acto de valor
ciego tomé un bolso donde se guardan medicamentos, y en la oscuridad empecé a
sacar caja por caja hasta hacer un montón en mi mano. Tomé la jarra de agua,
metí todas las que pude en mi boca y tragué. Repetí la operación una vez más.
Una vez terminado me hice consciente de la melodía calmante que hacía de
soundtrack a tal escena, y que a su vez era una especie de chiste cruel de la
existencia: Exogenesis: Symphony pt. 3 (Redemption). Y en ese instante empezó.
Por mi mente empezaron a parpadear imágenes y pensamientos a tal rapidez que
era casi imposible fijarse en ninguna. Todo lo que fue, y peor aún, lo que no
sería jamás. Todo lo que dejaba atrás. Todo lo que perdía.
La lógica me dice que
no pudieron pasar más de 5 minutos, o si no no estaría escribiendo esto. Pero
cualquiera que fuese el tiempo, se sintió como una eternidad. Y entonces me
desesperé. Porque ya no estaba tan seguro de mi decisión. And I had already
sealed my fate.
Quedé entonces en un
vacío, una especie de limbo. Tenía un coctel de medicamentos en mi estómago,
así que técnicamente ya no pertenecía a la tierra de los vivos. Pero hasta que
no terminaran de hacer efecto no estaba del otro lado tampoco. La fantasía
sexual de Schrödinger, vivo y muerto a la vez. Pero la angustia pudo más, y en
un acto más impulsivo empujé mis dedos a lo más profundo de mi garganta. Jamás he vuelto a sentir un nivel de desesperación remotamente parecido.
Si hay algo peor que
intentar suicidarse es fallar. No lo digo con intenciones de motivar a nadie a
hacerlo. Pero la existencia simplemente cambia luego de eso, y como todo
desastre, luego hay que recoger los pedazos, limpiar, y seguir adelante. Lo
quieras o no. ¿De dónde sacas fuerzas luego de algo así? Yo no lo hice. La vida
terminó de perder el color luego de ese día, así que volví a estar a la deriva,
sólo que esa vez ya no nadaba.
Exogenesis: Symphony es
la canción final de mi álbum favorito de Muse. Está dividida en tres
movimientos, y el último, Redemption, habla de empezar de nuevo, aprendiendo de
los errores del pasado. Aunque no deja claro si ya es demasiado tarde.
¿Es tarde para mí?
Elegir significa dejar algo atrás para obtener otra cosa. Sin embargo, pude
deshacer lo que hice aquella vez, habiendo hecho ya el intercambio.
¿Es tarde para mí?
Por ahora me conformo
con la incertidumbre.
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