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Mostrando entradas de febrero, 2019

(Auto)Sabotaje

La sincronicidad es la simultaneidad de dos sucesos vinculados por el sentido pero de manera acausal. Bajo este pretexto y un muy mal uso, podríamos argumentar que hasta pestañear es una obra de la sincronicidad. Sin embargo, ese nunca ha sido mi caso. No niego que soy muy mañoso, y se me hace muy fácil encontrar patrones o ese tipo de cosas (sin llegar tan lejos como para que sea apofenia), pero cuando algún acto de esa naturaleza ocurre siempre quedo igual de sorprendido. El año pasado comencé a ir a terapia, y aunque no resolví muchos problemas al menos logré hacerlos conscientes. Sin embargo, la dinámica funcionaba como la hidra, corta una cabeza y crecerán dos. Soluciona un problema y uno similar aparecerá. Finalmente mi terapeuta y yo llegamos a la conclusión lógica que hay algo más detrás. Apenas pudimos inferir la existencia de un monstruo más grande actuando desde la sombra. A medida que el tiempo pasó, me di cuenta que todos los problemas se relacionaban con tema

Limbo

Toda la vida he sido un asco en el juego de las preguntas. Ironías de la vida que terminase escogiendo de carrera una donde en gran parte tienes que preguntarle cosas a los demás. Sin embargo, siempre he preferido que las personas me cuenten las cosas por su cuenta, así sé si confían en mí o no. Curiosamente, mi inhabilidad en ese juego ha hecho que sean los demás quienes pregunten y, en ciertas ocasiones, he llegado a re-descubrir cosas interesantes de mí. En una de esas ocasiones, alguien preguntó cuál fue el momento en el que me he sentido más desesperado. Cada vez que alguien hace alguna pregunta que amerite una elección, mi cerebro automáticamente elimina todas las opciones; una especie de mecanismo de defensa obsoleto, asumo. Sin embargo, la respuesta a esa interrogante llegó de inmediato y sin ningún titubeo. Decidí que era momento de ponerle fin a mi vida en algún punto a finales de 2014. No todo puede ser vivir a la deriva intentando no ahogarse, y ya estaba cansan