(Auto)Sabotaje



La sincronicidad es la simultaneidad de dos sucesos vinculados por el sentido pero de manera acausal. Bajo este pretexto y un muy mal uso, podríamos argumentar que hasta pestañear es una obra de la sincronicidad. Sin embargo, ese nunca ha sido mi caso. No niego que soy muy mañoso, y se me hace muy fácil encontrar patrones o ese tipo de cosas (sin llegar tan lejos como para que sea apofenia), pero cuando algún acto de esa naturaleza ocurre siempre quedo igual de sorprendido.

El año pasado comencé a ir a terapia, y aunque no resolví muchos problemas al menos logré hacerlos conscientes. Sin embargo, la dinámica funcionaba como la hidra, corta una cabeza y crecerán dos. Soluciona un problema y uno similar aparecerá. Finalmente mi terapeuta y yo llegamos a la conclusión lógica que hay algo más detrás. Apenas pudimos inferir la existencia de un monstruo más grande actuando desde la sombra.

A medida que el tiempo pasó, me di cuenta que todos los problemas se relacionaban con temas parecidos. El amor, la sexualidad, la figura materna, los excesos eran los temas recurrentes. Pero ¿por qué? Un montón de estrellas que no forman ninguna constelación. Pero al final lo encontré: todos esos temas se unen por un hilo muy sucio, que es la autodestrucción. No sé cuánto tiempo me tomó, pero fui yo desde el principio.

Sin embargo, saberlo no era suficiente. Porque no puedo parar. En principio era esclavo del goce, realmente no quería dejar de sufrir, pero con el tiempo eso cambió. Solo eso, pues igual sigo destruyéndome, solo que ahora es más complicado. Es como si alguien más no me dejase avanzar en paz. Como si me pusiese una venda en los ojos y me cambiase de carril, y no me doy cuenta hasta que ya voy a chocar.

Estoy completamente ciego, mi juicio de realidad se fue al demonio, y ya no puedo medir las consecuencias de mis actos; todo parece algo inofensivo y buena idea, hasta que aparecen los problemas, hasta que ya es tarde y ya estás en el hueco.

Y acá es donde Jung ataca de nuevo. Finalmente terminé el 8vo semestre. A duras penas, pero logré llegar al noveno. Tuve la semana pasada mi examen final de psicoanálisis, para el que cabe acotar que apenas estudié. Entre las preguntas, hubo una bastante curiosa, porque no recuerdo que estuviese entre los temas a estudiar o que siquiera fuese mencionado en ninguna parte de esos textos, pero esta era: relacionar la compulsión a la repetición con el mantenimiento del síntoma.

El monstruo no tiene nombre aun, pero ya tiene cuerpo. No puedo parar de perseguir mi cola, de correr en círculos, y eso me mantiene estancado. La verdadera pregunta es: ¿por qué? No sé ni por dónde abordar la pregunta, si ya no quiero morir, ¿por qué insisto en seguir haciéndome daño? O peor aún, ¿por qué me gusta sufrir?

Aunque parezca exagerado, si no descubro por qué demonios me hago esto probablemente ya no haya más oportunidades de cambiar, ni un mañana. Un día voy a caer en un hoyo del que no voy a poder salir, y ese será mi fin.

Esta entrada no tiene conclusiones útiles.

There’s no point in buying concrete shoes.

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